LA IMPORTANCIA DE LAS PERSONAS EN LA ORGANIZACIÓN DE LAS COMUNIDADES
LA IMPORTANCIA DE LAS PERSONAS EN LA ORGANIZACIÓN DE LAS COMUNIDADES
Como sabemos, los propietarios de las comunidades deben acudir a reuniones o juntas de propietarios. Estas reuniones, no son de vecinos, sino de propietarios (aunque el propietario puede delegar su voto en cualquier persona; sea propietario o no).
TIPOS DE JUNTAS. Y EN QUÉ CONSISTEN:
Existen dos tipos de juntas de propietarios:
JUNTAS ORDINARIAS:
Se organizan al menos una vez al año, con el fin de aprobar las cuentas para el siguiente año, se realizan las cuentas que ha habido durante ese año; y se aprueban nuevos cargos (presidente, administrador…)
JUNTAS EXTRAORDINARIAS:
Se puede organizar en cualquier momento, y por muchos motivos.
Por ejemplo, motivos de urgencia, donde de forma extraordinaria, el presidente plantea que tenemos que juntarnos en una reunión extraordinaria porque se ha roto cualquier cosa y debe solucionarse de forma urgente.
Una vez dicho esto, y pese a que se trata de reuniones que se realizan para un fin concreto, no dejan de ser agrupaciones de personas. Personas diferentes, con distintas opiniones y formas de actuar.
Estas diferencias, podrían servirnos como oportunidad para enriquecernos los unos de los otros (ya que todos tenemos algo que aportar a la vida de los demás) y poder así, construir unas relaciones sociales armónicas.
Sin embargo, no todo es tan sencillo, ya que, las relaciones sociales son algo más complejas y nuestras diferencias nos llevan en muchas ocasiones al conflicto.
¿De dónde vienen estos conflictos de los que hablamos?
Bien, dentro de un mismo grupo cada uno de sus miembros ocupa un lugar determinado, es decir, cada persona dentro del grupo representa distintos roles o “papeles”, y cumple diferentes funciones.
Los roles que cada persona desempeña a lo largo de su vida, dependerán de los grupos de los que forman parte en cada momento y circunstancias en las que el grupo se encuentre.
Por lo tanto, tanto las diferencias individuales de cada persona, como lo roles que podamos asumir en un grupo determinado, puede ser un desencadenante de conflictos si no existe una cohesión grupal
Es importante cuando hablamos de grupos, nombrar la figura del líder. Esta persona desempeña la función de liderazgo y se convierte en el responsable de orientar y conducir al grupo hacia unos objetivos determinados así como de mantenerlo cohesionado
A pesar de que existen muchos tipos de liderazgo, el más favorable es el de líder democrático. Este Orienta al grupo favoreciendo la comunicación, autonomía; y ofreciendo medios para alcanzar unos objetivos.
Sin embargo, según la personalidad de cada uno y la manera de hacer las cosas pueden identificarse otros como:
El autoritario: el cual decide los fines, los medios y reparte las tareas sin tener en cuenta al grupo. (Favorece a la NO cohesión del grupo)
El permisivo: el cual interviene de forma escasa o nula, demuestra indiferencia y crea confusión entre los componentes del grupo (Favorece a que el grupo se disgregue, que exista apatía, aburrimiento y/o desinterés entre los miembros del grupo).
Además del líder, existen otros roles. Algunos de ellos pueden ser:
POSITIVOS:
- Aquellos que apoyan a los demás (en sus ideas…)
- Los que relajan el ambiente, bromean, etc.
- Personas que asisten, escuchan, comprenden, manifiestan acuerdo.
CONTRIBUTIVOS:
- Quienes sugieren ideas, toman la iniciativa, implican a los demás respetando su autonomía, etc.,
- Aquellos que opinan, valoran, expresan ideas o sentimientos
- Miembros que muestran interés por las opiniones de los demás.
- Piden consejo, instrucciones etc.
NEGATIVOS:
- El rol que despeñan aquellos que manifiestan pasivamente su falta de interés, no ofrecen ayuda, etc.
- Son foco de tensión, se retiran sin dar opción al dialogo
- Se permiten despreciar a los demás, se defienden o se mantienen firmes con intransigencia
Todas estas características, estilos y roles, se reflejan también en las juntas de vecinos de las que hablábamos anteriormente.
¿Cuál es el papel del administrador en estas reuniones?
El administrador asistirá a estas reuniones realizando el rol de dinamizador y realizando tareas especificas en base a sus competencias y profesionalidad en la materia.
De algún modo, el papel principal que ocupa es el de líder formal del grupo que gestiona.
El administrador a través de datos empíricos (observación) y datos teóricos (obtenidos mediante el análisis de cuentas, facturas…) trata de alcanzar unos objetivos en base a los intereses de los propietarios de la comunidad.
Por lo tanto, podría decirse que adopta la función de liderazgo, al tratar de conducir al grupo hacia la consecución de unos intereses comunes.
A la figura del administrador, le siguen otras como la del presidente y el resto de vecinos, quedando reflejados en jerarquías:
Alcanzar la cohesión grupal de un mismo grupo, es tarea difícil, apareciendo en muchas ocasiones la disgregación del grupo. Esta aparece cuando las dificultades para alcanzar los propósitos son excesivas, porque no se canalizan adecuadamente los conflictos que van surgiendo, porque el clima afectivo es muy tenso y esta tensión no se resuelve adecuadamente, etc.
En estas situaciones es habitual la desorganización del grupo que puede desembocar en abandonos, desinterés y agresiones por parte de los participantes. (En nuestro caso, entre vecinos de las comunidad y/o el administrador).
¿Cómo se puede favorecer la cohesión grupal?
Esta falta de entendimiento, de acuerdos, puede convertirse en una fuente de estrés. Las personas somos emociones, afecto, y sobre todo contacto con otros. Por lo que, en primer lugar, debemos aprender a gestionar nuestras propias emociones, saber canalizarlas; ya que unas buenas relaciones con los demás y una buena convivencia, van a depender, en parte, de cómo nos comuniquemos o manifestemos dichas emociones.
Esto nos lleva a hablar de las habilidades sociales:
Las habilidades sociales son un factor importante a la hora de integrarnos en el grupo; y son la clave también de nuestro bienestar emocional. Estas nos ayudan a resolver los problemas con los demás de la mejor manera a través de buenas prácticas de comunicación, empatía y de desarrollo moral.
Todo proceso que implique la mejora de relaciones con los demás, debe empezar por el análisis de uno mismo. Es decir, conocer nuestras propias emociones; manejar nuestras emociones y nuestros impulsos. En el caso contrario, es más fácil que ante una situación de conflicto, nos podamos sentir irascibles, tensos, inseguros, no siendo capaces de controlarnos y actuando como una especie de “bomba explosiva”
Por tanto para un buen manejo de dichas habilidades, debemos reforzar algunos aspectos como:
La empatía: Es decir, el hecho de saber ponernos en el lugar del otro. (No quiere decir con esto que tengamos que estar de acuerdo, sino saber comprender el problema, ponerlo en mi propia piel).
La escucha activa: Se trata de una acción mucho más allá de oír. Implica comprender lo que dice el otro, sus sentimientos, ideas o pensamientos sobre lo que está diciendo.
La postura: Reflejan estados emocionales y actitudes respecto a nosotros mismos y nuestra relación con los demás. (Afinidad, distanciamiento…).
La comunicación, tanto verbal (lo que digo) como no verbal (gestos, expresiones, posturas…).
Gran parte de los problemas sociales se deben a un déficit comunicativo.
Una vez analizado todo esto, podemos aprovechar las reuniones de vecinos o las juntas, para trabajar estos aspectos, ya que considero que son un buen escenario para ello puesto que podemos encontrarnos con distintos estilos de comunicación y a su vez, poder limitarse los estilos inhibidos (evitan comunicar sus necesidades); los agresivos (se creen con la razón absoluta y no toleran una opinión diferente a la suya). Y se reforzará el estilo asertivo.(Expresiones libres, argumentadas, respetando las otras opiniones, valorándolas…)
Entender la importancia que tiene la cooperación entre los miembros de un mismo grupo, a pesar de nuestras diferencias individuales, es fundamental para convivir de forma armónica como ciudadanos.
Vivimos en una sociedad en la que predomina lo individual frente a lo colectivo; y donde se nos ha olvidado el verdadero sentido de la humanidad. Parece que esté muy de moda el hecho de “mirar hacia otro lado” cuando vemos un problema que no nos perjudica.
Desde una perspectiva actual, y en relación a los tiempos de crisis humanitaria provocada, entre otros asuntos, por la pandemia mundial llegada con el COVID-19; podemos ver como una mayor cohesión de grupo, favorece a un buen distanciamiento social (necesario para la no propagación del virus) y una falta de cohesión de grupo, favorece a un menor distanciamiento social.
Hoy más que nunca, debemos tener en cuenta esto último y trabajar los aspectos necesarios para poder convivir en un mismo grupo, en un mismo lugar en el mundo. Formando grupos cohesionados, capaces de superar cualquier situación de conflicto o problema a través del dialogo, del entendimiento y del “encuentro” con el otro, es decir, de saber llegar a un acuerdo a pesar de nuestras diferencias y pensamientos.
La mayoría de conflictos globales, políticos y demás arriba, vienen en parte por falta de este entendimiento, la historia de España es una muestra de ello. Estos aparecen también en nuestra vida cotidiana, en los trabajos (entre empleados y jefes) con las familias, (entre padres e hijos) y pueden surgir también en nuestras comunidades de vecinos.
Por ello, es importante reflexionar sobre el lugar del mundo que queremos ocupar:
¿Queremos ser como aquellos de los que nos quejamos?, ¿o queremos mejorar como personas para conseguir un mundo más unido?